Sonó la campanilla de la entrada del bar. Se giró de la barra para ver quien entraba. Era una mujer alta que vestía una gabardina y sombrero grises. Sus ojos eran ocultados por unas gafas oscuras y en su mano llevaba un maletín del mismo color. Se acercó a una mesa.
-¿Qué frío está el clima, no? –le escuchó decir con leve acento extranjero. Era una pregunta extraña. Estábamos en pleno verano, no tenía sentido.
-No –le respondieron al unísono los de la mesa. Inmediatamente fue a otra y repitió la pregunta, teniendo la misma respuesta. Hizo lo mismo en todas llevándose el mismo resultado. El trató de asimilar lo que pasaba, pero no lo logró. Había algo que no cuadraba.
-Algo anda mal…
-Su Martini señor.
Se giró hacia la barra un poco sorprendido.
-Gracias –dijo tomando el trago. En eso, la mujer se sentó a su lado.
-Vodka con hielo.
-Enseguida señorita.
El bartender fue a preparar el trago y quedaron ellos solos.
-¿Qué frío está el clima, no? –le preguntó de pronto. No sabía que responderle. Podría decirle que no como todos… ¿pero y si le decía que si? Tenía curiosidad de saber qué pasaría si respondía eso.
-Su Vodka señorita.
Se lo tomó de un sorbo.
-Si –respondió al fin-, está muy frío el clima.
Ella sonrió y le dio el maletín. Y antes de que pudiera decir algo abandonó el establecimiento. Miró el maletín. Llevaba una pequeña nota pegada:
“Hotel Presidencial, piso 4, cuarto 38, 3:00 PM, 19 de diciembre”.