Mi papá trabajaba en el mercado con mi mamá, ya que la crisis económica que había en el país, los llevo a que los dos trabajaran, todo lo hacían para que yo pudiera terminar el colegio, así que saliendo del colegio, llegaba a casa, paraba solo, comía lo que había, veía televisión, hacia las tareas, dormía un rato, primero llegaba mi mamá, preparaba chocolate caliente, cuando papa llegaba, siempre llegaba con una lata de caldo de gallina. Papá en el mercado ayudaba a una señora que vendía caldo de gallina, le ayudaba a cargar la inmensa olla donde cocinaba el caldo, en agradecimiento le regalaba esa lata, él venía y la compartía con nosotros, mientras bebíamos conversábamos acerca de que tal nos había ido en el día.
Una tarde, mamá llego llorando a casa pero solo me dijo: Ya no comeremos más caldo de gallina. Lo que había pasado es que como siempre papá ayudaba a la señora que vendía el caldo de gallina, pero en esta oportunidad algo estaba en el piso que lo hizo perder el equilibrio y cayó con la gran olla, el caldo estaba caliente pero el impacto en el piso fue él que lo mato.
Sus compañeros del trabajo ayudaron a mamá para organizar el funeral, aquella señora se encargó de preparar caldo de gallina para el funeral, cuando estaba ahí, frente ese plato de caldo, tome el primer sorbo, me di cuenta que aquella señora nos había dado más que un caldo, nos regalaba un momento para estar juntos y disfrutar juntos, pero me di cuenta que eso ya no tendríamos porque papá estaba muerto, empecé a llorar, la señora se dio cuenta, se acercó y me regalo un abrazo. Mamá nos alcanzó, para también abrazarme.
Tuve que dejar de estudiar para ayudar a mamá en el mercado, más adelante estudiaría, estaba pensando en hacerlo toda la noche, todo este sacrificio valió, la crisis acabo, poco a poco ya teníamos una economía estable, volvía a estudiar uno de mis cursos favoritos era la literatura, me interesaba ser escritor, a pesar de que era una profesión que no me daría dinero. Pero igual empezaba a escribir pequeños cuentos, uno de ellos era dedicado para mi padre en la cual contaba su historia, en que trabajaba y de cómo murió, para mal o para bien como ese caldo de gallina no solo calmo nuestra hambre en las noches de hambre, sino también calmo nuestra alma para seguir luchando y superar las adversidades.
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