Ten cuidado con las mujeres
que se valen por si mismas,
mimando y abrigando su autoestima
en noches frías.

Ellas no le tienen temor a la soledad
porque han sobrevivido a la carencia de afectos
y a la mutilación de la confianza sin horizontes certeros,
porque no esperan nada de nadie
y se las ingenian para concretar lo irrealizable,
estas mujeres de hierro.

Ellas han lavado su alma
con la espuma de quedo
que han dejado tras de si las lágrimas,
y tendieron su dolor sobre el rocío de la hora primera,
azules lavanderas del alba.

Mirada de niñas,
damas dotadas de habilidades creativas,
princesas y mendigas cuando ellas lo decidan,
soñadoras constantes de conciencias superlativas.

¡Cuídado con ellas, tipos duros!,
podrían horadar con una sola palabra su orgullo,
podrían prescindir de caricias
que no les estremescan su espíritu puro.

Lectoras y artistas,
dulces y libres,
fuertes y precisas,
amantes y nobles,
un peligro de pies descalzos
o al clac clac de los tacones.