Después de que la Tierra se arrepiente de los movimientos lejanos
que persiguen los caminos y cicatrices de su pasar,
se queja de estar vieja y arremete contra la voluntad del ruido
y el sonido que producen las aves y los humanos al volar.
Ese vuelo diferenciado de vivir y morir sin alas,
pero que se compara con el inmortal y natural fragmento
de plumajes llenos de fuerza, estilo y danza.
Esa figura en la que se puede ver el silencio
al separar el cuerpo del plano hegemónico
que fractura la física y la realidad del movimiento animal y mecánico.
Una sesanción pura, sublime y confiada
hacia el cielo y el infinito.
Vencer el apego al suelo.
Vencer la condición de sentirse amarrado.
Vencer la memoria y redescubrir con todos los sentidos al viento,
la forma de viajar sin usar los pies y emprender el vuelo.