No tengo nada que perder. Ahí viene Claudio y me quiere invitar a su casa, ya lo se me quiere desnuda, bañadita y servil. Ya lo hice varias veces, pero no me gusta. Es un macho que tiene urgencias no satisfechas, y me trata como un objeto, de depósito de su semen, que sale abruptamente, después de varios movimientos que me tienen aprisionada debajo de él.
Por lo menos me puedo bañar y me da una bata. En mi casa no tengo agua caliente, fría si . Hay una palangana que quedo de mis padres, ahí me enjuago los sobacos, la entrepierna, el cuello y me lavo la cabeza, en verano, y en invierno caliento agua y así voy lavando mis partes pudendas.
Me siento muy angustiada, muy triste.
Cuando me voy me da en la mano 100 pesos por los servicios prestados.
Me compro un pan, fiambre, y esto es lo único que voy a poder comer en varios días, hasta que Claudio aplauda sus manos en la vieja antigua y desolada casa que fue de mis padres.
|