¿Y si el faro no siempre es mortal para la polilla?
¿Y si ambos pudieran coexistir sin dañarse el uno al otro?
Atracción fatal le llaman algunos. Danza mortal que conlleva una catarsis.
Dicen que la muerte le resulta esquiva a esos que más la buscan, a esos que la anhelan.
Ígneo deseo que se cierne sobre los dos. Perfecta simetría que existe en la contraposición de dos almas que bailan al compás de un aleteo y el arder de una llama.
Sombras, sombras que se mueven y les cuentan algo a los transeúntes, los cuales no lo notan o simplemente no les interesa.
Dos preciosos ojos observan todo esto, una hermosa voz lo narra para sus adentros y conjura diferentes preguntas, diversas respuestas. Piensa, “este mundo ya no brilla”, y languidece. Una canción le susurra que no debe estar triste. Ella no puede evitar pensar en ese faro. El faro no puede no extrañar la gracia de la polilla. La polilla no puede dejar de ir hacía la luz que brota del faro y que ilumina la oscura noche que abriga a los incautos que aún siguen deambulando por la rua a estas alturas.