los sonidos o las teclas de mi piano son de color blanco y negro... encima hay una ruma de fotografías de casi toda mi familia... mi padre, madre, hermanos y demás... hasta los perros que una vez tuve... y en una esquina del piano hay una foto de mí... tendría no más de quince años, y se me ve muy tímido y frágil, pienso que aún lo soy... aunque ya tenga más de setenta años... quizá los sueños y las fotos han cambiado, pero dentro de mí nada ha cambiado... aún sigue mi ser queriendo vivir a plenitud... hace poco me encontré con una bella chinita, hermosa, de ojos rasgados, piel rosada y labios encarnados... alta y aún joven... se me acercó y me besó en la mejilla... dijo que le fue difícil reconocerme, pero que se me notaba contento y tranquilo... preguntó muchas cosas como si tenía familia, negocios, dinero... no pude responderle, tan solo sonreí y deseé besarle... no fue posible al ver que detrás de ella había un enorme chino junto a una linda niñita vestida toda de celeste... me dejó su tarjeta y una sonrisa mutualista... le dije adiós y no sé si la volveré a ver, pero si a recordar por un momento...
los pasos que doy y la canción que suelo escuchar enternecen mi corazón, ya agotado y siempre enamorado de la belleza en todas sus especies... el piano aún espera mis manos y algo que me encanta es tocarlo en silencio y en plena oscuridad... ya es de noche y la gente debe estar agonizando de ver tanta televisión... por lo tanto hay silencio y abro la tapa, saco su manto rojo afelpado y dorado y allí están las teclas... blancas y negras... toco mis dedos sobre ellas y siento que hay un mar de dicha que fluye como una sierpe por mi columna, debe ser la dicha de estar vivo mientras toco o en otras palabras, me dejo tocar por la música, o quizá por los recuerdos de la bella chinita de piel rosada y cuerpo contorneado... quién sabe la verdad de los sentimientos y de los sueños, y mientras suena el piano un bicho se me acerca y trata de posarse en mis dedos... toco más y más fuerte y este bicho sigue en su destino... la dejo ser y noto como se posa en mi brazo y lentamente incrusta su aguijón en mis carnes, y siento que se alimenta y engorda más y más hasta casi explotar de la sangre que corre por mi brazo... la dejo ser... dicen que ser donador de sangre es bueno para el ser humano... seguiré tocando más y más hasta que el silencio se una con mi suave melodía y los pensamientos de una bella china se deshagan en la esquina de todas las sombras del silencio... |