PLEGARIA DE UN PEREGRINO
Dirijo a tu mar mi río,
de tu agua excelsa mendigo,
sé que a las manos abiertas
tu reino le has concedido;
hoy he cruzado la puerta,
oí el silencio y entré
al templo que abandoné
por venerarte en la huerta.
Pero ya ves, extranjero,
no pude allí hablar contigo,
caminante me has parido,
tu eres camino, te sigo.
No me prometas tu cielo,
soy peregrino y doy fe,
a mi paso todo entrega
tu mensaje y tu porque.
Desde tiempo inmemorial
me aparté del suplicante,
me nace honrarte de pie
y en carne viva mediante.
Aprendí que nada inquieta
al que tu pasión habita,
nunca apagaré mi llama,
iré puntual a la cita.
No tiene razón mi vida
sin tu sayo como abrigo,
a la luz de tu conciencia
se desangra mi destino.
Embriágame de tu cielo,
quita mi amargo en la miel
de la infinita palestra
con que pinta tu pincel!!!.
Yo no soy el penitente
que al dar oración desmaya,
testigo de tu palabra
descansa mi fe en tu playa.
Muchos hay que se extravían
y en sus tropiezos reniegan,
los rasguños en sus almas
a tu perdón los condenan.
Más tus mejores pastores
hacen realidad los salmos,
entregan a tu rebaño
su oasis a flor de piel,
¡Que deslumbrante es la roca
si se esculpe en tu cincel!!!.
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