MADURITA
Ya no creo que aparezca" pensó. Estaba en un bar de esos con máquinas para conectarse a Internet, había gastado un dineral conectado a un chat durante dos horas, y tomando cervezas, había conocido a una chica, algo madura, es más, después de una conversación con cierto tono picante había quedado en verse allí mismo ya que vivía muy cerca
. Pero ella no había aparecido. La estuvo esperando ansiosamente durante las últimas 3 cervezas y aún seguía haciéndolo.
. A esas alturas de la noche, poca gente quedaba en el bar, cuando la vio llegar
¡A la mierda! Esa tía está buena de verdad. Y muy buena."
Hola Teresa, vaya horitas. ¿Javi? Menos mal, he preguntado a un chico por ahí detrás y me ha mirado un poco mal. Ja ja. Bueno, ¿decepcionado? ¿Decepcionado? Me parece que todo lo contrario. Ja ja ja, vaya, me alegro. Por el chat me habías parecido mayor. Creo que no debería de haber venido. Casi podría ser tu madre. ¿Cuántos años tienes? No me mires como si fuera un pequeñi . Veinticuatro. Ja ja ja, seguro que esperabas que fuese una chica más joven. Es muy tarde ya, si quieres dejamos la copa que me has prometido para otro día, estoy muy cansada. Como tú veas, pero si quieres nos vamos a otro sitio con un poco más de ambiente. Y no te preocupes, que voy a seguir intentando ligar contigo, que estas de muy buen ver, ja ja ja. ¡Uyyyyy! Me parece que has bebido demasiado. Mira, vamos a tomarnos la copa aquí, porque yo vivo aquí al lado y no me apetece coger el coche a estas horas.
El camarero sirvió un gin tonic. Al rato otra cerveza y un poco más tarde una sucesión de chupitos variopintos que sabían más a colonia que a licor. Por fin parecía que la noche le sonreía. Lo estaba pasando bien con aquella mujer de la camisa blanca ajustada que transparentaba los encajes de su sujetador. "¡Vaya unos melones! ¡Tienen que caer esta noche como sea!" La conversación era divertida, los dos reían. Los pechos de ella, cuando se movía, rozaron un par de veces los brazos Javi. "¿Lo estará haciendo aposta? Más le vale porque me está calentando, y mucho"
Las seis menos cuarto.
Mira, a mi edad una ya sabe mucho de la vida y tú con veinticuatro no ves muchas cosas que yo sí veo. Ya claro. ¿Y qué es lo que ves? Ja ja ja. Pues por ejemplo que tienes unas ganas enormes de acostarte conmigo.
En ese momento se sintió acorralado. "¡Mierda! Pues sí, se nota bastante, pero ¡diablos! Déjame que lo intente, que ya tenía la táctica planeada. Ahora ya no sé como lanzarme."
¡Ehmmmm! ¡Joder!, me has roto los esquemas. ¿Qué se supone que tengo que decir ahora? Pues sí, ¿y qué? Es que estas muy pero que muy bien y me lo estoy pasando genial. Ja ja ja. Pero tú tranquilo, no te asustes. Además yo también quiero acostarme contigo. - dijo ella mientras daba el último sorbo a su copa.
Fue como en esos momentos en los que estas esperando en los coches de choque a que llegue tu turno para montarte, cuando suena la sirena y sales corriendo para coger el mejor coche.
Javi se levantó de su taburete y se plantó justo delante de Teresa, la agarró por la cintura y la besó. "Cómo me gusta como besa esta tía. Y como me gusta notar sus melones aplastados contra mí."
Estuvieron un buen rato besándose. Su ex-novia torció la cara. Ya no parecía disfrutar viéndole.
Es muy tarde ya, Javi. Deberíamos irnos ya, que quiero seguir viva mañana y estoy muy cansada. Pero mujer, vamos a tomarnos la penúltima. Estoy muy bien aquí contigo. Bueno, yo vivo aquí al lado. Si quieres te invito a una copa en mi casa. Pero sólo si te portas bien, ja ja ja. ¡Hecho!
Javi pagó, salieron del bar y caminaron unos trescientos metros hasta su casa; el tema parecía haberse enfriado un poco.
¿Qué quieres tomar corazón? Pues ya que va a ser la última, un Passport con Coca Cola. Aquí tienes, yo voy a por mi gin tonic y a ponerme algo más cómodo, que para eso estoy en casa.
Cuando volvió llevaba un camisón que no resaltaba nada su maravilloso cuerpo. "Ya te lo quitaré para ver bien eso que llevas ahí debajo." El Passport hizo su trabajo y Javi volvió a besarla. Los dos estaban sentados en el sofá del salón. Mientras se besaban se recostaron y Javi la besó en el cuello. Recorrió con su lengua la escotadura, el hombro y posó sus labios otra vez en su cuello para subir lentamente y acabar en el lóbulo de la oreja. Con la mano le acarició el pelo, retirándolo hacia atrás y permitiéndole así morder su pendiente y su lóbulo, introduciendo lentamente la lengua en la oreja. Ella oía muy de cerca como la respiración de Javi se aceleraba. Rodeó con el brazo su cadera, posando una mano sobre su trasero, apretando. La otra mano recogió un poco el camisón, acarició sus muslos. Con los dedos dibujó extrañas formas sobre su vientre. Volvió a besar su cuello y sus labios. Ambas lenguas se unieron en un húmedo y largo beso mientras su mano alcanzaba ya el contorno de su pecho, que acarició, mimó y agarró.
Era el momento de irse a la cama. Ella anduvo por el pasillo, mientras él la abrazaba por detrás apretándose contra sus nalgas, besando su hombro y acariciando su pecho. Deshicieron la cama y él le quitó el camisón, mientras ella estiraba los brazos hacia el techo para facilitarle la tarea. La tumbó boca abajo, se deshizo de su ropa y se tumbó encima de ella. Retiró el pelo hacia un lado y recorrió con la lengua su nuca. La besó en la mejilla y en la comisura de los labios y de nuevo se dirigió a su exquisita oreja. En aquel momento su erección ya era muy considerable y su miembro estaba encajada justo entre las nalgas de Teresa. En un desfile de besos, recorrió su espalda, masajeándola suavemente, acariciándola ligeramente con la lengua. Posó su mano izquierda sobre una de sus nalgas apretó suavemente y dirigió sus besos hacia la desatendida nalga derecha. Su otra mano seguía acariciando su espalda, su pelo, su nuca. Desplazó ligeramente sus dos cachetes y lamió la raya de su trasero, hasta llegar al ano, el cual besó y lamió, dejándolo completamente húmedo. Con su lengua, la introdujo y ella gimió, abrazándose con fuerza a la almohada. Y allí estaba, a escasos centímetros de su boca. Unos labios arrugados y grandes.... y húmedos. Los lamió de pasada para volver a besar su trasero. Ella se dio la vuelta. Ahora tenía delante de sí a un voluminoso clítoris y a unos labios carnosos y generosos. Los contorneó con la lengua, los estiró con su boca, los disfrutó Y lamió desde su ano hasta el clítoris, que acorraló en su boca mientras lo aspiraba. No podía dejar de masajear sus melones mientras tanto.
La sesión de sexo oral continuó durante un rato. Teresa agarró a Javi del pelo, apretándole con fuerza hacia su húmeda concha. Él agarraba sus dos muslos con fuerza, separando sus piernas y encajando la cabeza en su entrepierna. En ese momento ya no podía más, tenía que introducirla. Volvió el desfile de besos, en sus muslos, en su vientre, en su ombligo, en el contorno de sus pechos, en los pezones, en el antebrazo, en su hombro, en su cuello, en su oreja y finalmente en su boca. La abrazó con fuerza apretando sus melones contra su pecho, dejando que la puntita de su miembro acariciase su clítoris. Lentamente, los labios se abrieron dejando paso a el miembro que quería entrar en ella. Poco a poco hasta el fondo, disfrutando de cada milímetro de la metida. Los huevos apretaban en su trasero y entonces volvía a salir lentamente para empezar otra vez, sin olvidarse nunca de aquella orejita de la que se había enamorado. Volvió a rodear su cintura, mientras la introducia. Con la otra mano, acarició su clítoris. A Teresa pareció que eso le ponía a cien por hora así que se dedicó a autosatisfacerse a conciencia, penetrándola una y otra vez.
Los dos estaban gozando. No podían parar de besarse, acariciarse, agarrarse. Sus gemidos quedaban ahogados en profundos besos.
No te pares ahora, corazón, me corro.
Javi aumentó la velocidad de sus embestidas y acarició su clítoris aún con más insistencia. Ella se gimió, apretó sus nalgas y se relajó. Él introdujo su estrechado cocoy y también se corrió.
Estuvieron besándose largo rato. Javi acariciándole el pelo y Teresa su trasero. Así hasta que se quedaron dormidos.
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