Marzo es melancolía,
donde las hojas se pintan del ocaso
que transfigura el tiempo,
donde se endurece el corazón
ante la aniquilación de cada sentimiento.

Marzo de versos bohemios
sobre la luna nueva llenando mi cuaderno,
sobre la mente suspendida
antes de caer al suelo.

Marzo es agonía de las cosas vivas,
donde el rímel de cenizas y ojeras
ante la monotonía se rebela,
donde siempre habrá un Dios dando la espalda
a esta payasa austera,
donde el labial de mi boca
será de las niñas malas la mueca.

Los hippies se han ido,
tal vez vuelvan en primavera,
tal vez no vuelvan nunca
y no me verás llorar la pena.

Marzo es un rostro ausente,
una carta que guarda una lágrima
ante Cronos que trasciende indiferente,
marzo es un buen momento
para comenzar de nuevo
y si hay que patear cabezas
lo haré primero,
si hay que romper vidrieras
tiraré la piedra.

El beso de la buena suerte se ha perdido
en la náusea
que acontece al poeta ante el desamor,
tal vez vuelvan los hippies y su magia
pero espero haberme ido pronto
tragando con dignidad mi dolor.