Primero fue de lejos...
y fue como una fugaz revelación,
como viajar rápidamente
a un pasado remoto
del que no se tienen muchos datos.
Después, ya de cerca,
fue el reconocimiento de un momento común,
no una historia o una época común,
tan sólo un momento sencillo,
de esos que se saben que ocurrieron
pero sólo nos dejaron una vaga imagen
borrosa ya por el paso del tiempo.
Las otras miradas que se sucedieron
me despertaron intriga y curiosidad.
Me preguntaban por qué era tan diferente
el sentir que creía recordar
y el que inevitablemente se apilaba
dos mesas más allá de ti.
Ya tarde,
demasiado tarde tal vez,
pero justo a tiempo
como suelen acontecer las cosas
que no pueden escapar al tiempo,
te presentaste tú
para despejar las dudas.
Supe entonces
que esa belleza
profunda y pura
que emanan tus grandes ojos,
no podía rescatarse del recuerdo,
que hacía parte de un presente innegable
de un ahora, para mi efímero,
demasiado breve,
demasiado transitorio,
demasiado desconocido,
pero inmensamente placentero,
que jamás hubiera podido predecir.
Es por eso que me bastaba verte de lejos.
No necesitaba de la cercanía
o de las ruidosas palabras,
de las miradas compartidas
o de los suaves bailes.
Me bastaba verte así…
Lejana
Solitaria
Distante
Imposible.
Pero te acercaste
y tropezaron nuestras almas,
tus miradas me abrazaron
y tu cercanía me quemó.
Y me fue imposible
negarme a sentir de cerca
lo otrora lejano.
Que extraordinaria locura,
que magnífica sensación,
que imposible deseo,
que hermoso instante,
que triste escapatoria,
que tortuoso silencio,
y que noble recuerdo!
Verte así,
de lejos,
de cerca,
de frente,
a los ojos,
completa,
enigmática,
sublime,
extraordinaria,
sorprendente,
turbadora,
mágica,
sobreh umana,
fue la más colosal sorpresa
que pude recibir…
…Te amoblaré un recuerdo
que pueda visitar cuando prefiera.
Será casto, intacto y milagroso como tú.
Sólo así podré volver a verte…
visitando el recuerdo de una noche
que fue casta,
que permanecerá intacta
y que fue excesivamente milagrosa. |