Yo tengo una amiga que se llama Rossy. Con Rossy jugamos a los sapitos de yeso y los vendemos en la casa de los vecinos de la cuadra de Villa del parque. Hacemos un enchastre bárbaro con el yeso en la cocina de la madre de Rossy.
Mi mama y la mama de Rossy dicen que son porquerías que nadie va a querer comprar, para adornar nada, pero le ponemos un ojal para colgar atrás, y los pintamos con tempera. Ya tenemos un delfincito gris y un sapito verde…no va a ser colorado…
Rossy toca a la puerta de Doña Ernesta y le muestra el delfincito pintado de gris. Doña Ernesta se toca el bolsillo del delantal y le da dos pesos a Rossy y ella los guarda en la carterita que le cuelga del brazo. Y las dos le damos un beso a Doña Ernesta, uno en cada mejilla.
Después me toca a mí ir a lo de Don Cosme. A mí me toca el sapo verde.
Don Cosme mira el sapo verde, mueve la cabeza de un lado a otro,como para decir que no, que porquería, que que basura me trajeron y de repente saca tres pesos del bolsillo de atrás que es más de lo que nos dio Doña Ernesta , le decimos gracias y nos vamos corriendo al quiosco de la esquina de Roberto a comprar figuritas para el álbum, y a rezar para que no vengan repetidas.
Rossy dice que es bueno rezar, yo no sé rezar, porque en mi casa no son navideños.
Abrimos los paquetitos y nos vienen todas repetidas las figuras del álbum de la princesa, así que allá vamos a la casa de Liliana Luna a cambiarlas por otras que no tenemos.
La mama de Liliana Luna nos mira como si fuésemos extraterrestres, desde allá arriba hasta acá abajo.
Solo queremos cambiar las figuritas del álbum, le decimos. Ella nos dice que su hija no está, que se fue con el padre, así que nos vamos muy tristes, pero no importa porque mañana volveremos para cambiarlas.