El premio tras recorrer un camino en cuesta, serpeante, que atraviesa un monumental bosque de robles, son Los Pilones.
El trayecto no llega a la hora de caminata. Tras el fatigoso pero grato recorrido , llega el agasajo para los sentidos: una sucesión de charcos , horadados por la fuerza del agua en el granito, con formas peregrinas. Son las técnicamente llamadas Marmitas de Gigante.
Un charquito, por ejemplo, es un trébol perfecto.
Se puede descender de uno a otro , por lo que en verano el lugar se convierte en un magnífico parque acuático natural.
Sus aguas de garganta , límpidas, de deshielo, duelen de transparencia. En invierno , tal es su caudal, bajan bravías y espumosas, para sosegarse en el estío.
Los numerosos canchales graníticos, que son su seno y circundan el paraje, son excelentes para mantener una fresca pero agradable temperatura en las aguas.
Los bañistas se tumban en las rocas, a solearse como lagartijas.
Pasar un día en Los Pilones es uno de esos gratificantes regalos de la caprichosa naturaleza.
No en vano es uno de los parajes naturales más frecuentados en Cáceres, concretamente en El Jerte, por los viajeros.
Las aguas de esta garganta, como de otras, vierten en el río que da nombre al Valle: Jerte, nominado por los árabes como río cristalino o río del gozo.
En torno a finales de marzo y principios de abril la espléndida naturaleza del Valle se cubre con un manto de flores de cerezo.
Los Pilones en verano y el Valle en general en primavera son para los amantes de la naturaleza un buen lugar donde perderse y reposar. |