Ella está loca, claro que está loca, lo sé por la forma en que me mira.
Yo estoy loco por ella, claro que sí, lo sé por la forma en que la miro.
Dejamos atrás al cíclope de Cortazar durante un riff de piano. Es el humo de cigarro que baila alrededor de nosotros. O somos nosotros el humo y las botellas de licor.
Todo esto lo asumo y exhumo los pecados cometidos en nuestro honor.
Somos de otros, de otros los dos, tu voz.
Serán las páginas, será el viento. Será el soplido de la brisa fresca que me hace olvidar el olor de tu carne. De esa piel que suda sobre la mía y escribe un párrafo enorme solo para dejar en mi espalda su marca. Su sello.
Cable a tierra, la gravedad se prueba a golpes, caídas, despertares.
La dureza del asfalto resplandeciente por la mañana, cuando sabemos que todo acabó.
Y tú con esa sonrisa, esa mirada.
Y yo con esta loca forma de verte, de admirarte.
¡Buenos días! ¡Espero que el viaje haya sido de tu agrado!
Y vaya que fue accidentado, ocasionalmente causado por la causalidad.
Nada fue casualidad, esperaba encontrar tu debilidad, conocer tu feminidad en la intimidad, mostrarte la verdad, mostrarte la fragilidad, endeble camino sin vuelta atrás.
¡Buenas noches! ¡Espero volver a verla pronto!
Tonto, sabes que eso no va a pasar. No va a regresar. No la volverás a gozar. No podrás amar jamás. Nada volverá a ser igual.
Ella está loca, claro que está loca, lo sé por la forma en que me miraba.
Yo estoy loco por ella, claro que sí, lo sé por la forma en la que aún la miro.
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