Un lapicero te puede servir para muchas cosas. No tantas, realmente; solo sirven para escribir. Un lápiz puede ser más útil para dibujar y los colores, para pintar.
Yo he usado un lapicero, el más bonito que he visto en mi vida, para algo más.
Para defenderme de un ladrón.
El ladrón yacía panza al suelo con un lapicero dorado con puntos rojos clavado en su espalda. La sangre comenzaba a salir de la herida para manchar la alfombra.
Raúl va a matarme.
Hablando del rey dormilón. Raúl entró a mi estudio sosteniendo unos audífonos de marca y con un rostro de hombre amargado pero cansado.
- ¿Qué está pasando aquí?- preguntó.
Yo le iba a responder pero bostezó y se frotó los ojos. Cuando pudo ver todo con claridad ya no necesitaba preguntar.
Con solo ver el cadáver ya tenía toda la información que necesitaba. Ahora solo faltaba mi versión de los hechos.
- Entró por mi ventana. Nos iba a robar. Me apuntó con una pistola. Yo solo vi mi oportunidad y la aproveché.
Iba a añadir más detalles a mi relato para hacerme ver como un héroe pero Raúl gritó tan fuerte que no pude continuar, ni concentrarme…
- ¿Qué has hecho idiota?
- Te lo juro, fue en defensa propia…
- No me refiero a eso.
¡Huh!
Agarró el lapicero y lo sacó, un poco de sangre y liquido espinal cayeron en la cara de Raúl. Se lo limpió sin inmutarse.
- De todos los lapiceros que tenemos tenías que apuñalarlo precisamente con este.
- Era el que tenía en la mano.
- ¿Has escrito algo con él?
- No. Además de que te estas quejando. Es solo un lapicero.
Se alejó del cuerpo, que ya empezaba a apestar, y se dirigió a un cajón. Abrió el tercero y sacó una cajita dorada (más dorada que el lapicero). La cajita estaba abierta y tenía dentro un fondo de tela rojo.
- Esta caja estaba cerrada y tenía una combinación, ¿Cómo la abriste?
-Soy bueno con los acertijos- los cumpleaños siempre han sido las combinaciones más comunes.
- Cuando encuentras una caja cerrada sabes que lo que hay adentro es algo privado. Es sentido común.
- Los demás lapiceros ya no pintaban. Busqué en el cajón y al ver la caja mi cuerpo se llenó de curiosidad.- cada vez me costaba más disculparme- siéndote honesto sigo sin ver que tiene de especial ese lapicero, aparte de su diseño que es muy bonito.- lo repensé-. Ya no lo es, está manchado de sangre.
- Ya te dije que no es un lapicero ordinario.
Raúl arrancó una hoja de mi cuaderno y empezó a escribir. Hacía el acto de mover el brazo para escribir pero las palabras no salían. Culpo de todo esto al lapicero.
- Ya no sirve- me dijo con mucho desgano.
No sé si quería aumentar el impacto dramático porque me miró a los ojos cuando me dijo lo siguiente:
- Necesitamos conseguir otro.
- A esta hora todas las librerías están cerradas.
- Estos lapiceros no se consiguen en ninguna librería. Es
un lapicero mágico. Lo que escribas se hará realidad.
- Increíble- sé que es algo cliché pero todavía estaba procesando lo que me acababa de decir.
- Si escribes algo con este lapicero se hará realidad, ¿Cómo crees que conseguí esta casa y pude viajar por todo el mundo?
- Con trabajo duro y ahorro.
Ambos nos reímos por un tiempo. Fue Raúl el primero en desaparecer la sonrisa de su cara.
- Sígueme.
Iba a hacerlo pero un repugnante olor me hizo darme cuenta de la presencia del cadáver.
- ¿Qué hacemos con él?
Raúl suspiró y se secó un poco de sudor con la manga de su pijama.
- Primo, es hora de que aceptes las consecuencias de tus actos. Tú lo mataste, tú te encargas…
- Pero…
- Nos vemos en una hora.
Cerró la puerta y me dejó con una compañía inerte, húmeda y llena de moscas.
Una hora después.
Enterrar un cadáver no es tan difícil como parece. Y es menos cuando tienes la ayuda de una carretilla. Encontré una en el sótano, junto con un costal y una pala. Metí el cuerpo en el costal y con la ayuda de la carretilla pude transportarlo al jardín.
Como estábamos en medio de la noche no había ningún testigo. Al menos ninguno que estuviera sobrio. Un par de adolescentes ebrios caminaron por la pista y me saludaron con la mano. Yo les devolví el saludo, digo hay que ser educado.
Cuando el cuerpo estaba enterrado y cubierto en tanta tierra que parecía un volcán en miniatura hice una pequeña oración. Un Padre Nuestro tan rápido que lo convertí en un trabalenguas.
Después de un arduo trabajo me di una ducha y me puse ropa limpia. Raúl se encontraba en el sótano. Aunque me fue de mucha ayuda no me gustaba el sótano, era el único lugar de toda la cosa que no tenía un suelo de cerámica. La tierra era la única que gobernaba.
- Raúl, ya estoy aquí.
- ¿Por qué tardaste tanto? Te dije que en una hora.
- ¿Cuánto tiempo me demoré?
- Diez minutos.
- Por diez minutos estas quejándote- Y yo pensaba que podía quedarme más tiempo en la ducha.
- No importa. Siéntate.
Obedecí y me senté en el suelo. El sótano se veía mucho más diferente que de costumbre. Habían velas rojas por todos lados, un pentagrama dibujado en el suelo. Estaba pintado con pintura blanca porque sería imposible dibujarlo con una tiza. No con este suelo.
Raúl usaba una túnica negra muy incómoda. Lo sé porque no dejaba de rascarse la espalda y tenía un libro grueso con letras demasiado rojas, en un idioma que debió haber muerto hace muchos años.
Si me hubiera dicho que ese libro estaba escrito con sangre no me lo hubiera creído.
- El libro está escrito con sangre- me lo dijo como si fuera un dato curioso.
Sigo sin creerlo.
- Comencemos- dijo Raúl con seguridad.
- Espera- lo detuve algo alarmado.
- ¿Qué?- me preguntó muy molesto.
Las expresiones de su cara me decían: terminemos con esto de una vez. No eres tú el que tiene que usar esta asquerosa túnica.
- Raúl, ¿Qué es todo esto?
- Llamaremos a un demonio para pedirle un lapicero nuevo y listo.
- No sé nada de demonios, salvo por lo que vi en la tele. Lo único que sé es que los demonios no entregan nada gratis. Siempre piden un intercambio.
- Para eso tenemos esto- Raúl levantó una bolsa negra de contenido desconocido.
- ¿Qué hay en la bolsa?
-No es de tu incumbencia, ¿Comenzamos o tienes más preguntas?
- No, no, no. Sigue jugando a hacer el pacto con el diablo. Yo solo quiero regresar a la cama.
- Cretino- lo dijo en voz baja y piensa que no lo he escuchado. Está muy equivocado. Lo he oído.
El libro estaba abierto pero no en la página requerida. A Raúl le estaba costando mucho encontrarla. Debería revisar el índice tal vez se encuentra entre: “Como revivir a los muertos” y “manual para hacer muñecos Voodoo”
- Lo encontré.
Recitó el conjuro para invocar al demonio. Lo decía en un idioma muy raro pero se notaba que Raúl lo dominaba. Cuando terminó sacó de la bolsa negra una daga y se cortó la palma de la mano.
- ¡¡Dios!!- exclamé.
La sangre manchó el suelo. Fue tanta, al menos para mí. Está bien he apuñalado a un tipo pero eso no quiere decir que me haya acostumbrado a la sangre. Con la ayuda de un pañuelo Raúl se hizo una venda improvisada.
- Shhhh…no los vayas a espantar diciendo blasfemias.
Asentí.
La sangre desapareció en el centro del pentagrama y de ahí salió un portal de color naranja en el que se podía ver un fuego todavía más anaranjado. Raúl escribió algo en una hoja de papel. Lo hizo bola y lo arrojó al centro del portal. Este desapareció para volver a aparecer unos segundos después.
No era el mismo papel, sino uno de esos antiguos. De un siglo atrás más o menos. Me acerqué un poco a Raúl para leer lo que decía.
“Se requiere un sacrificio”
Raúl era el más rápido de los dos y lo demostró poniendo la daga cerca de mi cuello. Lo hizo tan rápido que ni cuenta me di.
- Entra al portal
- ¿Yo?
- Se requiere un sacrificio y no voy a ser yo.
- ¿No puede ser un animal?
- No, adentro.
Raúl es el más rápido pero yo soy el más fuerte. De un manotazo le hice soltar la daga que terminó entrando al portal. Salió otra nota en papel antiguo, probablemente dice: “Esto no es suficiente”.
Le di un golpe en la cara para aturdirlo. Mientras estaba distraído le hice una llave presionando su brazo con su espalda.
- Mejor tú que yo.
Lo empujé tan fuerte que entró al portal. Raúl desapareció y recibí una nota a cambio.
Sacrificio aceptado. Usted puede decidir entre:
1. Un lapicero mágico
2.Una Death Note
3.Un viaje con todos los gastos pagados a Las Bahamas.
Siempre he querido ir a Las Bahamas.
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