Cuando aquel anochecer Paco el boticario, tras su habitual paseo nocturno,alertó a los vecinos del pueblo de que había visto un hipopótamo ,todos lo tomaron por loco visionario.
- ja, ja, ja, ja. ¿ No será un cerdo?
Y Paco insistía en que era un hipopótamo de unos mil kilos, para estupefacción de los vecinos del lugar.
Nunca tal se vio en Garrovilla.
Al día siguiente la plaza se llenó de niños y curiosos, que acudían a ver al exótico animal, fugado de un circo que por esos días recaló en el poblachón.
Pipo lo llamaron. Todos los vecinos acordaron ocultar la fuga de Pipo y darle cobijo en la cuadra de Andrés el barbero.
Desde aquel día , los vecinos lo mantienen y Pipo vive feliz entre los cerdos , sin añorar los pasados días de gloria, cautivo, a las órdenes del látigo del domador.