Dos pequeñas niñas bajan apresuradamente la larga escala que separa las habitaciones del pequeño lobby, descienden risueñas tomadas de la mano de su progenitor.
Francisco a su vez, se encuentra inmerso en una delicada e inesperada situación; confundido vaga por un mar de interrogantes que literalmente carcomen su pensar; con la mirada perdida desearía encontrar refugio entre las constantes risas y conversaciones de sus hijas.
A pesar de lo avanzado de la mañana hay mucho movimiento en la recepción del turístico hotel; y me encuentro sentado en el cómodo sofá del vestíbulo, mi figura pasa desapercibida entre todas las personas que buscan encontrar algún cuarto desocupado.
Veo a ambas niñas descender envueltas en alegrías infantiles, rodeadas por aquellos menudos mundos que son una dulce delicia; es irremediable sonreír al escucharlas compartir entre ellas, graciosos comentarios sobre aquel inexplorado lugar.
Los peldaños dificultan en demasía el bajar de Francisco, quién producto de una reciente lesión en su rodilla derecha cojea ostentosamente. La rebelde contusión produce un pesado y lento caminar que entorpece su tránsito por las escaleras. Lo observo bajar en silencio, acompañado solamente por aquella molesta incertidumbre que seguramente roe cada uno de sus huesos. En el aire se puede sentir toda su desesperación, al no poder encontrar la génesis de esta indeseable madeja de pesadillas que finalmente terminó por alcanzarlo.
Realizar este inesperado viaje, a decir verdad, lo molesta y entristece; todo el cansancio, sumado a una oscura mueca, curtida por el paso de los años se aposenta en su rostro; solo queda ser un testigo más de la senda de errores y calamidades que forjó a través de los años y por donde eligió transitar.
Rápidamente me incorporo desde donde estaba al verte llegar, apresurada bajas atrás de Francisco y de las niñas. Sonríes nerviosa cuando logras identificarme entre el océano de personas que se encuentran en el lobby, intranquila tratas de controlar la profunda preocupación que opaca tu semblante. Este encuentro era inevitable, ambos lo sabíamos.
_ ¿Papá, nos comprarás los útiles para el colegio?_ Pregunta una de la pequeñas.
_ Iremos junto a tu mamá_ Responde mecánicamente Francisco.
Al caminar hacia la puerta de salida es cuando nos encontramos frente a frente por primera vez. Me sitúo en su camino y él me mira interrogante; tratando de comprender quién carajos soy y que hago allí.
_ Francisco; te presento a Jorge_ Dices acercándote a nosotros, aún luces algo nerviosa.
_ Hola un placer. ¿Cómo estás?_ Pregunto con una franca sonrisa al estrechar fuertemente su mano.
_ Hola_ Responde Francisco algo confundido sin entender absolutamente nada.
Solo ahora, después de tantos años transcurridos Francisco comprende íntegramente que su vida dará un vuelco sin retorno, absolutamente todo es consecuencia de nuestras conductas, y no hay tinieblas en algún pasado que justifique tus errores. Pasó más pronto de lo que imaginabas ¿Verdad? Y ya es demasiado tarde para excusar tus constantes desaciertos.
Tu tiempo se extingue Francisco, ya no podrás reparar la oscuridad en la cual sembraste tragedias, para cosechar tormentas. Dañaste profunda y terriblemente a la única persona que alguna vez confió en ti, amándote con locura. En este mismo instante conocerás la impenetrable oscuridad donde yace cada uno de tus engaños y promesas vacías.
Aquella soledad llegó silente y húmeda; susurrando secretos que solo tu debes descifrar. Quedarás solo y lo sabes, siempre lo supiste ¿Verdad Francisco?; quedarás expuesto en este desierto de desolaciones, en aquel sendero donde extraviaste el caminar, desperdiciando tu vida hace mucho, pero mucho tiempo atrás.
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