Iván ya no podía aguantar más la respiración. Sus captores le habían vendado los ojos y, por la velocidad a la que iban, sabía que llevaban aletas. Justo cuando llegó a su límite sintió como los hombres lo sacaron a la superficie e Iván inhaló con desesperación y comenzó a toser.
-De nada te servirá fingir- dijo uno de los hombres- sabemos que eso no te afectó en lo más mínimo-
-¿Qué?- preguntó Iván en un susurró sin haberse recuperado por completo. Todo el miedo que había sentido hace rato se tornó en pura confusión. Se encontraba en una cueva pequeña y oscura que nunca había visto en su vida (y eso que conocía casi todas las del área), lo único que iluminaba el lugar era una lámpara que ya había estado prendida desde que llegó. Seguramente la habían dejado preparada desde el principio, pensó.
-Gracias a ti nos haremos famosos- dijo otro con voz burlona y llena de orgullo- un humano capaz de respirar bajo el agua no es algo que se ve a diario-
-¿Qué?- volvió a preguntar Iván completamente confundido.
-¿Cómo están seguros de que es él?- preguntó el tercero sin voltearlo a ver.- su apariencia es completamente normal.-
-¿Quieres pruebas?- preguntó el segundo, luego se dirigió hacia su otro compañero y con un movimiento de cabeza le indicó algo y, sin necesidad de palabras, el primero levantó al chico y lo llevó hacia el agua.
-¡Suéltenme! ¿Qué hacen?- pero su pregunta se respondió cuando vio que lo llevaban al agua y, después de escucharlos, sabía bien para qué- ¡Están locos! ¡Suéltenme!- suplicaba Iván con desesperación mientras pateaba y se movía bruscamente tratando de liberarse; pero todo era en vano, el hombre era mucho más fuerte que él.
Al llegar a la orilla, lo sumergió en el agua y lo mantuvo ahí por largo rato. Iván siguió luchando y forcejeándose para salir y tomar aire, pero, poco a poco, comenzó a perder fuerza. Sus brazos dejaron de luchar y su visión comenzaba a nublarse. Sabía que moriría pero eso no fue lo que le molestó, sino el hecho de que fuera por culpa de unos lunáticos creyendo en tonterías.
De pronto sintió como lo sacaron del agua e inmediatamente tomó aire hasta donde se lo permitieron sus pulmones; el hombre lo dejó en la orilla y comenzó a toser. Se percató de que los tres estaban discutiendo al otro lado de la pequeña cueva. Tardó unos segundos en entender lo que decían.
-¡Este no es el chico!
-Sí lo es, sólo está fingiendo. Un rato más y…
-Un rato más y hubiera muerto.
-Debemos estar seguros de que es él, pero sin matarlo.
Iván aprovechó ese momento de distracción para tomar un par de aletas que estaban junto a él y se movió lentamente para tomarlas sin atraer su atención.
-Pst- escuchó detrás de él. Se giró y vio a Alfredo sacando su cabeza discretamente del agua.
Iván se acercó a él- ¿Cómo me encontraste?
-Calla y sígueme.- le dijo Alfredo.- Asegúrate de tomar mucho aire, es... - no pudo terminar. Uno de los científicos había sujetado a Iván por detrás mientras que los otros dos sacaron a Alfredo del agua.
-¿Quién eres? ¿Cómo nos encontraste?- comenzó a interrogarlo uno de los científicos mientras lo sujetaba del cuello contra el piso.
-No pierdas tiempo y mejor deshazte de él -le dijo su compañero. El que tenía a Alfredo asintió y lo llevó hasta el agua, y, con ayuda de su compañero, lo sumergieron.
-¡Noooo! ¡Déjenlo!- gritó Iván tratando de zafarse para ayudar a su amigo.
-No te preocupes,- le dijo el científico a Iván en el oído- en unos momentos te reunirás con él-
Alfredo luchaba por salir tratando de zafarse de las manos de los dos científicos, pero apenas lograba quitarse una de encima cuando ya tenía la otra mano en otra parte del brazo, hombro o cabeza.
Iván seguía luchando y suplicando pero no le hicieron caso.
-Espera. - dijo uno de los dos que sujetaban a Alfredo -Sácalo.-
-Pero...-
-¡Sólo sácalo!- repitió el científico. Al otro no le quedó más que obedecer. Sacaron a Alfredo y lo sostuvieron contra el piso. Para sorpresa de Iván, su amigo no se veía nada agitado, sino sorprendido y preocupado.
-Creo que lo tenemos- dijo el mismo científico. Ante esa frase, la adrenalina explotó dentro de Alfredo y comenzó a moverse y retorcerse con violencia exigiendo que lo soltaran, pero sus gritos se ahogaron cuando le taparon la boca con un trapo. Con un golpe seco en la cabeza lo noquearon y Alfredo cayó inconsciente en los brazos de los científicos, quienes colocaron su cuerpo en el suelo en medio de ellos.
Iván se había quedado frío ante lo que estaba viendo, incluso tardó en darse cuenta de que el científico que lo tenía lo había soltado para ir a revisar al muchacho inconsciente.
-Definitivamente es él- dijo el segundo científico lleno de orgullo después de retirar el la cuellera del cuello de Alfredo- Sólo miren esas branquias.-
Iván no podía ver nada y no quería llamar la atención. Caminó lentamente hacia el agujero lleno de agua. Tenía que escapar de ahí y buscar ayuda.
-¡Deténganlo!- gritó uno de ellos señalando a Iván. Los tres se levantaron y corrieron tras él pero Iván fue más rápido y saltó al agua. Nadó tan rápido como pudo guiándose por los rayos de luz que entraban por los huecos de la caverna submarina. Entre más avanzaba más se le hacía conocido el lugar. De pronto recordó que ¡ya había buceado por ahí antes! Nadó con más rapidez y seguridad. No se atrevía a voltear para ver si lo seguían.
Llegó a la salida ya casi sin aire, y salió de golpe a la superficie. Se dio dos segundos para recuperarse y comenzó a nadar en dirección a la playa. Las olas eran pocas pero fuertes y no había tanta resaca, por lo que logró llegar a la playa rápidamente.
Paulina corrió hacia él en cuanto lo vio en la orilla y lo bombardeó con preguntas- ¡Iván! ¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Quiénes eran? ¿Dónde está Alfredo?-
-Lo atraparon…- respondió Iván, aún sin poder creer lo que acababa de pasar. Paulina dio un paso hacia atrás como si las mismas palabras la hubieran golpeado en el estómago.
-Tenemos que ir por él- dijo Paulina, su rostro revelaba mucha preocupación- ¿Sabes lo que harán si no lo ayudamos?-
-¿Entonces ya lo sabías?- preguntó Iván extrañado de que fuera el último en enterarse del secreto de Alfredo.
-Sí, desde que lo conocí- le dijo Paulina. Luego su voz sonó más alarmada- ¡Te contaré luego, primero tenemos que salvarlo!-
-Tengo una idea. Vamos con la policía.- sugirió Iván rápidamente al mismo tiempo que la tomaba de la mano y corrieron en dirección a la estación.
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