RECREACIÓN:

Yo vivo si no me muero (Clorinda)


Yo vivo y morir no quiero,
y de tal manera vivo
que si no vivo me muero.

Yo vivo dentro de mí
y no me muero de amor,
porque estoy viva, Señor,
y primero pienso en mí.
El corazón no te di
porque puse este letrero:
"Para vivir no me muero".

No me gusta la prisión
y ya que en libertad vivo
yo lo hago a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
no causa en mí compasión
ver a Dios mi prisionero,
porque si me alcanza, muero.

¡Ay, qué corta es esta vida!
¡Qué bella que es esta tierra!
¡No habrá cárcel ni habrá hierros
que me compliquen la vida!
Nunca espero la salida
ni quiero dolor tan fiero,
porque si salgo me muero.

¡Es la muerte tan amarga
que no se goza, Señor!
Y si es tan dulce el amor,
y mi esperanza es tan larga,
quítame Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que si no vivo me muero.

Vivo con la desconfianza
de que un día he de morir,
y si no tengo el vivir
se habrá muerto mi esperanza.
mas si la muerte me alcanza,
que sea tarde: no la espero,
porque al vivir no me muero.

Mira que el amor es fuerte;
Muerte, no me seas molesta;
mira que sólo me resta,
para ganarte, perderte.
Vete ya, obstinada muerte,
que solo el vivir espero,
y si no vivo, me muero.

Aquella vida de arriba
no es la vida verdadera;
y no espero a que me muera
si yo gozo estando viva...
Vida, no me seas esquiva,
yo quiero vivir primero,
y estando viva no muero.

Muerte, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero viviendo alcanzarle,
pues tanto a mi vida quiero,
que si me muero... ¡Me muero!


Esta divina prisión
de la tierra en que yo vivo
lo deja a Dios mi cautivo,
y libre a mi corazón;
No me causa compasión
ver a Dios mi prisionero
¡y por morir no me muero!.


ESTA POESÍA ES UNA RECREACIÓN DE LA ORIGINAL:

"Vivo sin vivir en mí" (Santa Teresa de Ávila - 1571)


Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.

Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga.
Quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza.
Muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte,
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero,
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba
es la vida verdadera;
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva.
Muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.


Esta divina prisión
del amor con que yo vivo
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero
que muero porque no muero.