Estoy en el banquillo de los acusados,
escucho con calma cada uno de
mis pecados en boca de
un imbécil que se cree
mejor que yo.
Si soy tan desgraciado
llévenme a una isla desierta
en mitad del océano
o tírenme al cráter
de un volcán
para apaciguar
la furia de la naturaleza,
pero no me dejen
aquí,
de lo único que
soy culpable
es de amarle
de una manera
sobrenatural.
Texto agregado el 12-03-2018, y leído por 27
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
14-03-2018
En alguna ocasión a todos nos podrían acusar de ese pecado. (5*) -ZEPOL