CONFESIÓN DE UNA ESTRELLA.
Confieso que fui la estrella más rutilante del universo fílmico. En la tragicomedia de las pasiones fingidas renuncié al amor, pero lo hice dentro y fuera del espectáculo. Tan sólo por negocio protagonicé tórridos romances y eróticas aventuras, pero al conocerte me cambiaste la vida.
Enloquecida y ciega me raptaste, en el abismo de la pasión, tu perfumada luz penetró a través de una persiana, y nos eternizamos.
Aquella noche nos entregamos al deliquio del Cantar de los Cantares. Entonces, eterno amante, como piel de tigre me cubrió tu cuerpo, el nervio rasgado sacudió su grito y corrió mi sangre por entre la boca salvaje del viento, como si mil soles prendieran el fuego de la llamarada, como si tu gozo fuera mi destino, mi cálido vientre fuera tu morada, y pudiera verte por toda la vida con tu piel de tigre, sobre de mi cuerpo.
FIN