Inicio / Cuenteros Locales / DesRentor / El Principio del fin de Omega en el Alpha
Ni en las figuras ni en las formas ni en nada de la antigua creación en particular. Ahí se llena el alma de energía y de hacerlo todo de manera diferente y singular. El balde de agua atento del orden. La larga mecha encendida del caos. Fusionados en una aterradora sincronía, sin llegar a convertirse en paradoja en ningún lado.
Todo parecía una carrera vista desde el principio del tiempo hasta el final del eterno prado del espacio. Y mientras mi cuerpo caminaba por las trampas de una ciencia perdida, dijimos que nada sería perfecto o controlado. Si no queremos, también dijimos, nada de esto será real, pero aún así lo ejecutamos, siguiendo el plan e idea original. Nos tomamos de las manos escribiendo como un cuento forjado, haciendo las bases de un pequeño juego inventado.
Dentro de él una verdad tácita, casi bruta e imparcial. Tanto como un dato empírico de la física cuántica, entre lo ficticio y lo real. Como un gato en su andar por las murallas y un perro cuando le ladra a él y al vendaval. Una entropía en el interior de la más oscura memoria y al mismo tiempo una sinergia en la más extasiante victoria. En ese lugar sin dimensiones distantes, relatamos en vida la creación de la primera historia.
Contamos los sucesos de cómo liberamos a los primeros elementos y átomos. Una cronología entera llena de gloria fuera del confín de los soles arcanos. Parecido a una estructura perdida, como una civilización rasgada y hundida. Dibujamos el firmamento de las nacientes estrellas y de todas las eras de la Tierra llena de animales y humanos. Ahí por donde se cruzaban el orden y el caos de los distintos planetas, dejamos huir nuestros cuerpos eternos en la última infinitésima de ese universo extraño. Todo esto sin saber que nos convertiríamos en uno con el último cambio de la real existencia.
Fingimos la sorpresa, no sé si lo recuerdas. Cantamos escondidos y ocultos detrás de los inmensos cálculos y números que todavía no se expresan. Viajamos veloces después de la última vuelta de los perfectos relojes de arena. Y al final del tiempo sacrificamos hasta la última consciencia de vida para volver a ver el próximo día. |
Texto agregado el 28-02-2018, y leído por 43
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