No hay ocupación más transparente que el trabajo doméstico: la única forma de notarlo es cuando no está hecho. Quien en vidas pasadas haya pecado de orgullo ha de haber reencarnado en este oficio: nada para el ego.
No es un empleo, es un bucle infinito de tareas reproductivas, realizadas a diario, en la más infame invisibilidad. No hay pago, no hay reconocimiento social, tampoco días festivos o vacaciones .
Cuando entrevisto mujeres y les pregunto cual es su ocupación, las que se dedican al trabajo doméstico contestan “dueña de casa nomás…” ¡¡nomás!! , como si su contribución a la sociedad fuera espuria, como si sus incontables horas de cocinar, limpiar, cuidar, ordenar , criar , hacer compras y otras quinientas tareas fueran irrelevantes para todos los demás.
Sepa usted que no hay país que resista una huelga de trabajo doméstico...solo imagínese ese glorioso y reivindicativo caos…quisiera llegar a ver esa maravilla, algún día.