Si de pronto perdiera la memoria en un estado de amnesia pasajera, dejaría de preocuparme por cosas tan simples como ¿Quién soy? ¿Quién seré? ¿A dónde voy? O ¿A dónde exactamente quiero ir?, el tiempo pasaría más lento y no intentaría buscar en recuerdos que no quieren ser hurgados. Los dogmas de la sociedad y la carencia cultural de los que albergan en un vacío que en mi momento no pude entender, no serían preocupación mía y dejaría de cargar con culpas ajenas.
Tal vez es por ello que quisiera borrar tantos recuerdos, no porque sean errores de los cuales no quiero acordarme mañana, solo por la mera intención de creer que todo irá bien y que el silencio que anhelo llenará mi alma, sería capaz de apreciar los colores que no podía ver mientras estaba ocupada en hacer un nombre y acallar las críticas de una sociedad insensible, que ha perdido los escrúpulos y esos valores por los que se enfurruñaron en que aprendiera, fueron ellos; los primeros que me enseñaron a fracturar las reglas.
Viviría un poco más por tener un mañana, por sonreír a la nada y cruzar las calles sin miedo a perderme o a que me hagan daño. Sería interesante sentirse vivo y no llorar por una vez en mi vida. Oh, soy tan débil y cobarde, queriendo renacer de nuevo y olvidarme de todo. Despertar y no escuchar gritos y reproches, despertar y mirar el horizonte, disfrutar de un amanecer sereno. Es mucho pedir.
Viví con la convicción de que soy un error, que nació en la fecha y el momento equivocado, que soy demasiado para estar aquí, que no debería pensar tanto y tan solo dejarlo ocurrir sin prisas. Tan doloroso, como si me arrancaran la piel con las uñas, desde el primer pensamiento y mi primera decisión.
A un niño nunca deben cortarle las alas de una forma tan cruel, decirle algo como: “No seas ridículo o no seas estúpido, ¡Tú nunca cambiarás el mundo!”, sinceramente la mediocridad viene de hogar y la corrupción igual. Nos quejamos todos los días de la decadencia cultural, de las faltas ajenas y nos preocupamos por juzgar al que está al lado sin detenernos ni una vez a mirarnos.
Si tan solo olvidara la manera en que se me educó, si tan solo olvidara las carencias y las dejara en el pasado, si sufriera de amnesia pasajera considero que sería mejor persona y me preocupara más por el bienestar ajeno que por el mío. Y encontraría una razón para vivir sin culpas.
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