Salió de su nido buscando amor, desaforada y turbia su mente oscura, no soporta más su negrura, porque el amor y la locura, no tienen la razón; en tanto y cuanto, en el nido y la espesura, no encontraba la pasión. En los vericuetos hacia su idilio, halló a un hombre y su opresión, porque el amor oprime en estos tiempos, quita el aire y nos reprime.
Nunca conoció a quien, con razón o sin razón, le rompiera el corazón. La apresa ese amor, insólito en su pensamiento, no lo cree, no da crédito, y en su locura infinita, sabe que la muerte es la salida. Cuentan que un veneno pone, en el cuello de ella misma, y al amar el Don Juan entre cobijas, poco a poco, el veneno ha de tomar; entre besos y pasión, una y otra vez ocurre. No se sabe de su muerte, porque ella guarda el secreto. Nadie observó el veneno y el pobre hombre así moría, ella presa no sabía, que ya tenía su libertad.
Con total tranquilidad volvió a su nido un día, con su mirada sombría nunca jamás volvió a amar.
Perdida entre la muerte pedida, luchó para lograr su libertad; era genio y figura, no una más del montón. El amor fue un tropezón, en su camino de locura, comprendió a su regreso, que no era el diablo ¡Nada de eso! Entendió que su amargura eran las hormonas y no el corazón. |