Está a punto de suceder otra vez. Cinco, cuatro, tres, dos, uno…
- ¡Corten! No, no, mil veces no. Por muy diva que te sientas, en este estudio se hacen las cosas como yo quiero. Soy el director, no lo olvides… El personaje lleva los ojos abiertos. No pretende suicidarse, ni teme al vehículo que se acerca… Es más. Quiere ver el rostro del conductor, conectar con su mirada.
- ¡Vaya! Lo que hay que oír. Ni que fueras John Ford. Cierro los ojos, bueno, el personaje, porque todo le sale mal. Los tipos de los que acaba de escapar están ya muy cerca y los que vengan en el auto son su única esperanza, pero como tiene tan mala suerte, porque es de noche y se sitúa en medio de la calzada por sorpresa, apuesta consigo misma a que del atropello no le salva ni Superman...
El director y la estrella siguen discutiendo, una vez más. Acabaré mi puro y haré unas llamadas. Conviene que amplíe los créditos destinados a gastos de producción ya que esta escena acaba de batir todos los récords de rodaje en la historia del cine. |