El incordio anal es como una ceguera pero de fácil prevención con un poco de agua y jabón. No siendo propiamente una enfermedad puede derivar de persistir en el empeño en consecuencias nefastas llegando a producir, incluso, el óbito o muerte. Nadie ha permitido que la desidia le cause de esta manera la muerte, pero en animales pequeños y en gente que no se pueda valer por sí misma hasta tal extremo, puede derivar en tales efectos.
El incordio anal igual le puede ocurrir a un señor de León que de Palencia, hasta de Cuenca si se me apura, y se produce de una manera lenta pero inexorable y cuando uno se quiere dar cuenta se tiene que meter en botica. Igual que se forma una perla dentro de una ostra, a base de capas y capas y recubrimientos, el incordio es lo mismo, pero como su propio nombre indica, es una pejiguera y a nadie hace rico, si no que, a diferencia, puede causar la ruina.