Penetró sus ojos como intentando matarla, presionando tercamente sobre la esfera que contenía sus pensamientos. Acercó los dedos y tocó la piel áspera y violenta de sus manos, impaciente. Sentado ahí pareció desprotegido e inocente ante la noche y sus efectos; sin luna, rindió sus esfuerzos a introducirse en ella, que lo miraba ingenua y despreocupada, fortaleciendo aún mas aquella barrera que construye el silencio indeterminado. Bastó nada mas que un beso para sellar el vacío, convertirlo en un castillo de piedra, transportarlo hondo en el abismo del sentimiento y abandonarlo ahi, inmenso, indestructible.
Ella fue cortéz. Lo besó denuevo y le dió de beber sonrisas, lo acompañó a la cama y desapareció en orgasmos incandescentes disfrazados de amor: él la besaba hasta que sintió por fin que la había olvidado, sujetó su mente con el cuerpo y la amó por odiarla, la respiró, miró sus ojos denuevo pero sin buscar algo, se vió reflejado ahi como una enorme silueta sin rostro ni voz, un ente trasmisor sin desesperaciones o demonios. No se reconoció pero la fidelidad importó poco,atravesó la puerta y desde ahi imaginó que estaba muerta mientras dormía, buscó sus ojos cerrados, intentó escucharlos, leer en ellos, pero el silencio ahora si era perfecto.