No estoy dormida…
Carajo, es una noche demasiado fría.
Tengo la sensación de haber caminado sobre hielo, jamás lo he hecho, pero supongo que así debe sentirse, no sé…
Mi cuerpo no deja de temblar, es incómodo. Creo que no estoy dormida, si siento estremecer mi cuerpo debo no estarlo.
Es una noche demasiado tranquila, me siento relajada.
Creo que incluso logro escuchar el golpeteo de los dientes de las personas aun en la calle…
No estoy dormida, si mis oídos están enterados de sonidos externos; debo no estarlo. Si mis oídos están enterados de mi ritmo cardiaco; debo no estarlo.
Mierda…
No estoy despierta.
Quizá sí, no lo sé…
No soy capaz de distinguir.
Estoy abriendo los ojos, pero no veo nada, todo es demasiado negro, la oscuridad es tan espesa que creo que puedo palparla.
No puedo ver nada, mi mente comienza a reproducir colores a través de mis ojos, como pequeños proyectores iluminando una gran pantalla oscura, justo como una película…
Son colores tenues, entre rojizos como un ocaso y verdosos como el césped rozando el otoño… creo que esos son los colores.
Tu rostro comienza a formarse, como dejar caer una gota de pintura en agua, se extiende deprisa, pero suave, cuidadosa, sin mezclarse con el agua, sin perder su forma.
Debo no estar dormida, pienso demasiado como para estarlo, escucho demasiado como para estarlo.
Quizá no es mi mente la que proyecta esas imágenes en colores que apenas se aprecian.
Creo que estoy tocando tu rostro, siento algo en la punta de mi dedo.
No, es un sueño, ¿Cómo saberlo?
Estás aquí y no estás, te veo y creo que te siento, siento el frío entrando por la ventana, roza mi piel.
Escucho los alaridos de los perros de la calle, de los canes incluso.
Escucho a la novia sin esperanza reprocharle al amado... es patético.
¡Carajo!
Quiero despertar ya. Quiero dormir ya.
-Paola Canales Ll. |