Detesto cuando pasa esto.
Maldita sea esa sensación de pertenencia que sentimos los humanos al enamorarnos. Y es que enamorarse es tan fácil. Puedo perderme en esos ojos y encontrarme en su figura, sin embargo, considero que lo más difícil de olvidar será su voz y su forma de articular las oraciones. No solo es su manera de decir las cosas, cada cosa que dice me vuelve un poco más loco. Y claro que sabe jugar al juego. Sabe retirarse justo antes de perder la partida, dejarme jugando solo.

Detesto cuando pasa esto.
Como tener un sueño y sentir que fue cierto, como una profecía que tenía que cumplirse.
La polilla y el faro, en una danza eterna, o que al menos así se sentirá hasta que uno de los dos se queme. Aunque ya estemos curtidos, aunque ya no duelan las quemaduras, aunque nos calcinemos en el intento. No es mía, nunca lo fue ni lo será. Así son los préstamos.

Detesto cuando pasa esto.
Estúpidas historias de amor, maldito teatro. No quiero actuar más, detesto el papel protagónico. Siempre lo he detestado. ¿Pero el show debe continuar no? Maestra ajedrecista, capaz de jugar varias partidas a la vez. Yo solo miraré el tablero y esperaré mi turno para hacer la siguiente jugada.