La tarde se hizo vieja. A hilachos caen las penumbras, Ella, con sus valijas.
—¿A donde vas con esas maletas?
—Me voy, es imposible vivir.
—Bien sabes que todo el día trabajo para que tengas tu cable en tu dormitorio. Comodidad para ti.
—llamas comodidades a barrer, trapear, lavar, planchar, hacer la comida y todavía aguantar tus celos. Eso es trabajar peor que burro.
—No te vayas amor, bien sabes que eres la flor de mi vida.
—Esos halagos ya está muy trillados, simplemente me ire.
—Te prometo que todo va a cambiar.
—Promesas son palabras, lo has dicho miles de veces.
—Ya te dije que me voy
Él se le acerca, le acaricia la oreja, el cuello, va a besarla, pero ella lo esquiva.
—No, no lo hagas, estaré contigo. Las noches serán delicia, lameré tu pancita y te llevaré al cielo.
—Simplemente estoy harta de ti, me voy y me voy.
—Tomó el viejo veliz, salió golpeando la puerta.
De entre la penumbra sale una señora, con bata.
—Se fue, dejó de quererte.
—Si esposa mía dejó de amarme. Tu bien sabes, que hice lo imposible para que no se fuese, ¡ah qué difícil encontrar servidumbre en estos tiempos!
* cuentos que circulan y los reescribo. No soy el autor de la idea.
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