Parece gracioso pero cada ves que me decías algo corría como "loco" buscando satisfacerte, tus pedidos cada vez más extraños los cumplía sin siquiera dudar y llegué a dudar si realmente tanto esfuerzo valía la pena.

Valía la pena ser el único hombre a quién tú dedicabas miradas y atenciones, eso era indudable. Pero, ¿es que acaso solo tú merecías ser atendida y yo no?, nunca notaba algo de tu parte, ni siquiera ese "¿hola cómo te fue?, llegaba a casa y solo esperaba a dormir.

A dormir y a soñar se va con la seguridad de que alguien está contigo, que te acompaña así no esté a tu lado. Es irónico pero los planes que tenía ya estaban escritos pero tu indiferencia podía más que mis ganas de seguir creyendo en ti.

En ti recaían mis esperanzas de hacer una familia, con nombres y apellidos, pero no era lo que yo quería, a veces parecía que aguantaba porque tenía (y hasta ahora lo tengo) el temor de quedarme solo y no saber que hacer con tanto amor.

Amor es lo que muchos dicen que hacen y dicen pero no es así. No conozco ninguna persona en el mundo que ame tanto como yo te amé aquella vez, y ahora revisando las redes sociales leo que según tú el nuevo te ama mucho y sin embargo persistes en las dudas.

Dudas siempre hubo y justamente es por eso que escribo esto, no como historia ni como reclamo, incluso dudé en hacerlo, pero lo hago porque quiero que sepas que pese a todo aún hay un sentimiento. ¡Qué malo eres para expresas emociones a veces!

A veces, justamente hoy, revisando el Facebook leo de tu nueva vida y me sorprende que incluso en tus nuevas decisiones sigas siendo la misma, con las ideas de siempre y aunque duele, me pregunto: ¿Cuándo tu necesidad se volvió obligación?