Arañaba mi espalda sin vacilar
mis poros abiertos
abiertos, para ser poseídos,
para ser amados
para ser enardecidos.

Mis ojos,
mis ojos precipitadamente abiertos en la intemperie de la noche,
noche,
noche creada
por la fuerte tormenta,
que mostraba tu cuerpo
terso,
semidesnudo
semicubierto.

Tu piel lozana
tus ojos,
mis ojos recorrían
cada recoveco del pequeño cuarto,
donde nuestros cuerpos se rosaban
nuestras manos se encontraron
nuestros labios se comieron
sin mañana
mañana que no llegará,
porque con el fin de la lluvia
nuestros cuerpos se alejarán.

Tus ojos clavados en mis piernas
en mis manos
tu voz hincada en mi mente
voz que rasuraba a los pocos vellos de mi piel
te tengo aquí
te tengo para mi
solo para mi.