La calle Colón en Talcahuano es, guardando las proporciones, una pequeña Babilonia chilensis.
Inmune a protestas del comercio establecido o quejas de vecinos ilustres, los “ambulantes” han llegado para quedarse, ofertando al público chorero una surrealista mezcla de productos de consumo indispensable o superfluo, traídos de caleta Tumbes o del otro lado del mundo.
Si usted quiere encontrar cholgas congeladas, spinners, cochayuyo fresco, lencería , wira sacha, pendrives, empanadas macha queso o pan amasado, todo junto, vaya a la calle Colón, frente al mercado en ruinas, desde donde fantasmas de antiguos comerciantes observan con orgullo y nostalgia a sus emprendedores colegas.