Cerró sus ojos poco a poco con la inyecciones sabía que era lo mejor, ya no podía vivir con ese dolor provocado por la enfermedad.
Mientras se quedaba dormido recordó toda sus idas y venidas por el tejado, los juegos con sus dueñas, sus comidas a plato lleno, las voces en su mayoría femeninas de su casa y la compañía de sus otros amigos gatunos.
Recordó las interminables y placenteras siestas y las suaves caricias en su cabeza que le provocaban su ronroneo.
Apreció todo esos años de vida ahora que ya iba acabando la novena.
Cerró completamente sus ojos sabiendo que fue un gato muy feliz.
Texto agregado el 10-01-2018, y leído por 78
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