El proceso de la conquista de estas tierras y la formación o fundación de las ciudades, en este nuevo mundo no se explicaría sin la cooperación de los religiosos, que salían de España para cumplir una tarea civilizadora hermosa, a pesar de todos los sacrificios que ofrecía a cada paso, una naturaleza bravía llena de montañas casi inaccesibles y de selvas impenetrables, de desiertos áridos y de ríos imponentes, solo aquellos hombres que se sentían fortalecidos por una fuerza moral elevada y por un sentido heroico del deber, se lanzaban a la conquista de las almas de los infieles, para civilizarlos y mostrarles derroteros de luz que ellos desconocían, estos sacerdotes marchaban contentos teniendo como compañeros al peligro y la muerte, para ganar la voluntad de seres que cultivaban la crueldad y la fiereza en todas sus formas.
Para lograr este objetivo en servicio de la causa de Jesucristo, ellos estuvieron revestidos de fuertes virtudes, el desprendimiento y el desinterés fue la fuerza espiritual, para prodigar el bien en los lugares a donde ni los conquistadores podían llegar, despreciaban el barro impuro de la codicia y santificaron la pobreza, los pobladores de este nuevo mundo lo entendieron así, en este drama que significo someter a tantos millones de seres humanos, donde la injusticia, la crueldad y la violencia de los conquistadores se ensañaba contra los indefensos indígenas, en esta dura prueba la religión católica y sus miembros representaban la luz y la sombra protectora, con el sabio consejo pronto, la confidencia desinteresada, el escudo que no permitió esclavizar y no era capaz de uncirlos a un trabajo agobiador, que no les robaba sus pequeños bienes, los sacerdotes mantuvieron su fe con tenacidad y la fortalecieron con perseverancia, socorrer a los desamparados, ayudarlos ante la voracidad de los insensibles, escuchar sus quejas, enjugar sus lágrimas, ayudarlos en los instantes de muerte donde todas las vanidades terminan, fue una forma de amor y de fe ardiente, que encontraba su compensación en saber que han practicado el bien, algunos religiosos obraron mal si, pero solo eran hombres que simulaban ser lo que no eran, no se puede medir la casa de Dios por los criados que están en la puerta, se debe juzgar la casa por el que es cabeza de ella, así como se estima el edificio en si a través del arquitecto, no por los artesanos que solo han puesto sus mejores empeños para lograr la perfección.
Debemos saber que junto a los avaros existieron los desinteresados, que junto a la sensualidad floreció el habito por una vida pura, al lado de la violencia prospero el amor cristiano, esta venida del Papa Francisco al Perú nos debe recordar que el mundo nos ha sido dado también para servir la causa del desinterés, en favor de los que tienen hambre y sed de justicia; creo que Dios contesta las plegarias de los hombres que realizan su propia labor y luego dan gracias a Dios por haberles impartido la fuerza necesaria, Dios no hace por ellos las cosas que deben hacer por sí mismos.
“Si como una sombra pasa el hombre y se afana en vano, atesora, y no sabe para quién amontona todo aquello”
(Salmo 39)
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