NACÍ SIN DARME CUENTA
Papá es viudo, él me lo dijo. Su primera esposa fue la mamá de Justo. El día que ella murió hacía mucho calor y mamá estaba embarazada de mí. Esto último me lo dijo mamá. Me lo ha repetido como mil veces y no se cansa todavía de repetírmelo. Cuenta que un día miró y miró muy bien a papá, y supo algo pasaba. Dice que papá no dijo nada aquella vez; pero entendió porque después se fue y ya no regresó mas. Mamá se puso entonces muy pero muy triste porque pensó que él ya no vendría. Lloro muchísimo pero no hizo nada por buscarlo. Pasaron entonces, dice, más de dos meses, y fue la cosa que un día, sin esperarlo, alguien le dijo que papá estaba en el hospital. Mamá se fue entonces corriendo para encontrarlo. Estaba muy contenta pero también muy triste porque pensaba algo le había sucedido y ella sin saberlo.
No fue así.
Ese día fue el día que ella se enteró, o desengañó, como ella dice, porque supo lo de la otra. “La otra”, así la llama ella.
Cuenta entonces que cuando llegó al hospital subió unas escaleras largas largas y que allí donde la mandaron lo primero que vio fue a mucha gente sentada en unas hileras de bancos todos apretados y en uno a un muchachillo todo escurrido, que se le hizo conocido, pero no le importó, y que enfrente, parado, con pantalón sucio y camisa arrugada, estaba un señor muy desmejorado y feo, hablando con otro señor serio, vestido todo de blanco. Dice también que no creía que ese señor que se veía tan cansado fuera papá. Entonces se acercó a ellos, y uno, el feo, se le quedó mirando, y que después de un ratito le había dicho, quedito: “ya se fue”, arrastrando las palabras.
Entonces estuvo como dos minutos o como dos días o como dos años, no sabe cuánto, sólo que lo que le decía ese señor era algo que ella no entendía y que cuando salió del hospital hacía un calor terrible, pero en realidad terrible, y que a ella la envolvía ese calor terrible y que por eso se sentía como flotando, entre nubes, y que todo le parecía desabrido y las cosas estaban como borrosas y la luz y los rostros a su alrededor empezaron a escurrirse y todo de repente se le fue yendo hacia abajo hasta que ella ya no se acuerda de ninguna otra cosa más. Mamá dice que ese día cumplía 18 años, justo la edad de Justo. También ese día nací yo, sólo que mamá no lo supo, sino hasta después, cuando como lo cuenta papá, “desgraciadamente”, dice, “mamá despertó”.
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