Entre lo que se fue,
lo que hay
Y lo que ha de venir
no hay una gran diferencia
desde lo alto del puente de mando.
Un oceano de tres tiempos,
encerrados en la verdad única,
atemporal fantasía del vivir,
de voces que claman en el desierto,
perspectivas oblicuas y monotonas
que ni sientan ni levantan
y escuchan hipnotizadas razones ajenas.
Ritos de pasaje,
blancos ropajes,
vestes carmesíes,
siete olas a saltar
y un plato de lentejas
para postreras ilusiones
y primeras decepciones.
Abrazos, sonrisas, besos,
lamentos y lágrimas
a modo de escudo protector
bajo un explosivo cielo encendido.
Luz efímera, fugaz y calculada,
presagio de buen año.
Fenix de promesas reticentes,
ensoñaciones que nos retroalimentan,
diletantes sueños fagocitados,
esperanzas renovadas.
De la salida a la meta,
un círculo vicioso otrora distante
hoy jano de nuevos proyectos.
Levantemos nuestras copas,
otra vez lograremos hacer coincidir
salida y meta en un mismo instante.
Sea bendecido este Nuevo Año Nuevo.
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