no puedo salvarte de tus propios demonios,
no puedo sacar las vendas de tus heridas
ya cicatrizadas,

no voy a ser un príncipe azul cuando no me alcanza ni la talla de los zapatos,

no puedo seguir hiriéndome a mi mismo para mantener tu felicidad egoísta.

las sabanas se vuelven mis enemigas,
la almohada susurra gritos suicidas cuando la acaricio.

y pensar -inhalo- que cuando estaba solo eran mis mejores amigas.

y pensar -exhalo- que cuando los días se tornaban grises
mi sangre era la que me mantenía estable.

detesto toser tanto, ¿existe alguien que pueda conmigo?
mis deseos se van desvaneciendo dentro de las minas del lápiz,
y me doy cuenta que es mejor no pensar en aquella pregunta,
en si las rimas funcionan,
que si las gotas de agua se acaban,
si la luz no se paga,
si me veo cocinando lo que quede en el refrigerador,
o si la cebolla me hace llorar.

estando solo en un departamento a pies descalzos,
si el teléfono suena,
si los mensajes de amor siguen llegando sobre un sillón incómodo.
-te amo por lo que hiciste conmigo, no por lo que yo generé en ti -ultima carta--