Habían tiempos mejores, decían algunos de mis compadres, alegres mientras golpeaban la mesa de las eternas historias. Compartiendo cervezas, cigarros y una que otra conversa; cantando canciones y subiendo el volumen del recuerdo, el humo esparcido por las ventanas en las noches donde el amor se sentaba con nosotros mientras algunos lloraban de risa o de pena.
Risa, porque simplemente estábamos alegres de vernos las caras, agarrándonos las barbas y dándonos palmadas en la espalda. Contando historias de la universidad, del colegio donde nos conocimos y de los chistes repetidos y malos que recordábamos.
Pena, porque estábamos seguros que nunca esos momentos volverían nuevamente, lágrimas de nostalgia que a veces se secaban en las mangas de nuestros chalecos y servilletas que quedaban húmedas sobre el mantel que mi madre lavaba cada fin de semana hasta su partida.
A veces ella nos acompañaba en la mesa, riendo y llorando, también contando historias y de los dones y privilegios de haber nacido en "Democracia". Fuimos estúpidos al no prestar más atención al mensaje que nos daba. Quizás por eso estamos donde estamos, pero eso es lo más pesimista que hoy creo.
Me siento tonta, decía a veces con rabia mientras apretaba el puño botando el humo de su cigarro. Debí haber dejado la vida defendiendo la vida, alcanzar a la muerte abrazando la muerte. Yo le decía que estaba agradecido de que estuviese viva y me hubiese traído al mundo. Mis amigos le aplaudían sus historias de la década del 80' y muchas veces levantaron copas en su nombre, felicitándola por su trabajo, resistiendo, luchando y criando. La querían caleta, hoy quedan pocos de esos que la conocieron, y ya no queda ninguno más que yo de los que la amaron.
La vida nos ha dejado en el camino el poder de la decisión y seguir la tradición de nuestros viejos, por lo menos con los que seguimos compartiendo. Y hoy esos que quedamos hemos salido a la calle nuevamente. Hoy es el futuro de nuestros hijos, quienes nos hicieron ver que el exigir y reclamar por todo en sus días, al fin trajo frutos a la revolución. Hoy defendemos la vida, como decía mi vieja, entregando la vida. Quizás mañana alcancemos la muerte. Quizás pasado mañana, esta historia se repita en una mesa de una casa donde triunfó nuevamente la mal llamada "Democracia". |