Me impongo rememorar mis vivencias con la Navidad y casi todos los recuerdos son dulces. Hete ahí que para mí sea una época luminosa.
En mi infancia gocé de una Navidad de pueblo con un extraordinario Belén en la ventana enorme de la Casa de la Pasión. Me veo allí con mis amiguitos cantando sugerentes letras de villancicos , todos hechizados ante un Nacimiento al que no faltaba detalle: la nieve en las cumbres, el papel plata para los ríos, todas las figuritas de barro...
Me asalta la remembranza del miedo ante el Rey Baltasar cuando los de Oriente hicieron parada en el balcón de mi abuela para agasajarme. Los negros eran cosa exótica entonces en la España rural y yo no quería salir.
Igualmente evoco aquellos parcos y útiles regalos de aquella España sobria: paraguas infantiles, carteras para el colegio, plumieres , manoplas y pocas muñecas.
Cuando nevaba, lo cual era frecuente, jugábamos a pelotazos, a deslizarnos con sacos y a hacer muñecos de nieve.
La cena de Navidad se festejaba en casa de la abuela, en familia, ante exquisitas calderetas de cabrito y el turrón El Lobo.
Ya en la adolescencia me vienen a la memoria los amigos con quienes salía en Nochevieja a tomar las uvas ante el televisor del bar y con los que bailaba en la discoteca.
Especial huella dejaron las vivencias navideñas con mi hija de pequeña: la carta de ida a los reyes magos; la carta de vuelta de los mismos a la pequeña, el ceremonial de montar el Árbol y el Belén, la compra de los numerosos regalos ( pues los tiempos habían cambiado y vivíamos la época de la abundancia), las calderetas de cabrito de mamá( ya había fallecido la abuela)...
Hoy vivimos muy distantes de aquellas esplendorosas navidades: muertes varias, dispersión familiar, cambio climático que provoca que ni nieve haya... todo lo cual no opaca mi vivencia dichosa de esta época luminosa y mágica y familiar, en que también hubo navidades en soledad.
No quiero dejar de pasar la ocasión para dedicar a todos mis amigos de la página unas felices fiestas y próspero 2018. Gracias por deleitarme con vuestras letras y por disfrutar de las mías. Que el nuevo año sea fértil en imaginación y pleno.
Besotes gordezuelos a la moda navideña: como el pavo, como papá Noel y como todos nosotros nos pondremos con tanto dulce.
¡A ver quién sube la cuesta de enero con honra!
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