Existen grandes distancias,
revienta la tinta de palabras
y aunque me duela la ingrata actitud del amor
tengo a mi disposición una docena de agallas.

Desearía escribir del sol,
de las nubes pomposas
que guardan el sonido del agua,
de la luna de plata,
de la rosa que ofreció su néctar
a la abeja haragana
y de la vasta quietud
que yace en las mentes depuradas.

¡Pero no!, ya no pienso en nada,
no mendigo atención ni afectos prestados
porque de esas vulgares acciones
el amor habita muy lejos.

Sé despedirme,
sé morirme de ascendentes ternuras
en un mundo triste y decadente,
sé tomar mi precarias cosas y dejar las esperas
para los seres dotados de una paciencia majestuosa.

Cuando hay amor de verdad
no hay esperas
que marchiten la razón del sentimiento en la pena,
no hay esperas
porque en la reciprocidad de las almas
la voluntad se reinventa.

Cuando hay amor no hay esperas
pero no ha sido mi caso , colegas,
siempre la espera maldita de la entrega,
la espera malparida que todo lo aniquila,
porque nadie puede negar que he amado
y me he decepcionado en la acumulación de pérdidas.

¡Reventó la tinta de palabras!
y he exorcizado cada demonio
con el diestro lenguaje del alma,
desde que fui expulsada a este mundo,
desde que he preferido el exilio prematuro.

*

¡FELICES FIESTAS PARA TODOS!

Deseo que se avecinen nuevos tiempos de paz e iluminación, de compasión y ascendencia espiritual para nuestra escueta humanidad.