Hay un nuevo barman en la cantina del pueblo,
Joven, atento, con la experiencia que el puesto requiere,
limpia firmemente la barra, copas y botellas,
con inquebrantable voluntad de dejar todo cristalino.
Lo observa todo con una mirada telescópica,
parece llevar un chip en el cerebro.
Sigue el futbol por la pequeña pantalla de tv
colocada en la parte más sombría del lugar,
el gool de su equipo azul lo hace sonreír y festejar,
exclama: ¡hoy se sirve dos por uno!,
De inmediato festejan los 4 comensales del fondo.
Admiro el entusiasmo que despierta y trasmite,
al minuto 80 anota el equipo contrario.
Su molestia es evidente. Apaga el televisor,
sin preguntar si puede hacerlo.

faltan 10 minutos, le indico.
Mi vida no depende de la fatalidad de 10 minutos,
además no me gustan las angustias.
Se retira en busca de algo por la puerta que dice
“solo personal”.