Había una vez un color...
El color era brillante , diáfano y puro. vagaba por el vacío como un átomo o un planeta, sin más atracción gravitatoria o electrónica que su propia característica o belleza. Y un día se sumó una nota.
Era única bella y simple. De inmediato comenzaron a girar una alrededor de la otra como el baile cósmico de dos estrellas binarias. De pronto el color tenia sonido y la nota brillaba.
No pasó mucho, ante semejante rareza a que fuera atraído un sabor. Este era especial e irrepetible. Evocaba a alimentos y bebidas que aun no existían y prontamente se unió al grupo.
Conscientes de su importancia navegaban a la búsqueda de otras piezas cuando los atrajo una esencia. Esta también solitaria emanaba una fragancia magnifica y singular. Rápidamente se unió al grupo y cuando la complejidad de sus orbitas peligraba apareció una caricia. Era nada más que una sensación pero su atracción equilibraba a todas y se complementaban armoniosamente.
El enjambre giraba en torno de si mismo cada vez con mayor velocidad, cada vez más cerca y descubrieron que una fuerza mayor, (llamémosla Amor) los atraía en rumbo de colisión. Entonces simultáneamente chocaron. Y así nació la Entidad.
Ella (Si, era Ella), inmediatamente tuvo conciencia. Aprendió a brillar en todos los colores y a emitir todas las notas, proporcionar los sabores más agradables, emitir hermosos aromas y perfumes y a provocar todas las sensaciones.
Era como un diamante vivo de luces multicolores, que componía bellas melodías, evocaba a chocolate y fresas, olía a exquisitas fragancias y proporcionaba suaves caricias, besos cariñosos y cálidos abrazos.
Pero ella no estaba sola.
No faltó mucho para que, el enemigo del amor, La envidia, atacara.
Bombas de oscuridad, gritos y chillidos, olores nauseabundos y sabores amargos junto con golpes y mordiscos la atacaron.
Poco después "Ellos" se marcharon satisfechos. Ella había sido reducida a una simple roca gris, un gemido, un sabor insípido, sin olor alguno e incapaz de generar ninguna sensación al tacto.
Pero en su núcleo aun persistía el amor en forma de Esperanza.
Ella miró hacia adentro y encontró sus recuerdos. Y poco a poco volvió a brillar... y a sonar... y a gustar... y a oler... y a acariciar y besar.
La entidad había aprendido dos cosas, que el mal existe pero la fuerza para oponérsele esta en el interior de uno. No volvería a ser derrotada.
Y que, como dice el viejo refrán, la esperanza es lo último que se pierde.
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