Siempre pensé que algún día iba a terminar.
Que iba a despertar de una especie de coma profundo, que iba a respirar en paz. Pero no fue así.
Siempre tuve la secreta esperanza de volver a esa época en donde no me sentía tan terriblemente mal, antes que todo empezara. Eso fue hace tanto tiempo, que apenas recuerdo esa sensación.
Es como si los demonios hubiesen madurado conmigo, bien aferrados a mi espalda. Como si se hubiesen hecho más maduros con el paso del tiempo.
Como si conocieran todos mis defectos. Todos mis nuevos y grotescos defectos.
Porque los antiguos los conocen a la perfección.
Como si fuese avanzando en un espiral hacia un dolor asqueroso, que no se calma con el tiempo.
No, el tiempo no cura todas las cosas.
No las cura, menos si están ellos atrás siempre recordándome lo nefasto que puedo llegar a ser.
Estoy en el mismo lugar, espacialmente distinto, pero con la misma sensación.
Pero es más evolucionada, más nauseabunda.
Creo que finalmente mi cuerpo se alineó con este dolor y ya no pudo soportarnos más.
Se está rindiendo, a pesar de que mi espíritu quiere seguir adelante, por que el camino hacia atrás es confortable y lo conocemos de memoria. Todos nosotros, incluso ellos que se aferran a mi espalda.
Y se aburrieron de ese camino.
Les entretiene verme avanzar, les entretiene colocar trampas en el camino que no puedo sortear.
Les entretiene verme caer, una y otra vez.
Decidí hace tiempo no darles en el gusto, y pregonar para mí y para nosotros el revolcarnos un rato en la tierra, en el lodo.
Pero enfermé, muy terriblemente.
Tengo desesperanza, y mucho dolor.
Físico sobretodo, jamás había sido el que predominase, siempre era al revés.
Estoy perdido.
Asqueado.
Todo dice que me rinda, pero esta vez en forma definitiva.
Estamos todos atentando contra lo único que nos sostiene, pero por primera vez, menos yo.
No quiero.
Creo, tengo fe que algún día despertaré y volverá a ser como ese día en que todo empezó, que apenas recuerdo que ocurrió.
Me aferro a esa sensación... |