El plan era caer rendido y vencimos.
La retórica era dejar de creer y volvimos a tener fe.
La vida se trataba de crear, amar y gritar.
Y destruimos todo lo propio y lo ajeno.
Y odiamos el respeto y el cuerpo.
Y callamos la rabia y la pena.

Y al final ni ganar nos dio el regocijo de estar muertos, llenos de terror, hambruna e ira. Moldeando la greda de una figura invertebrada de aprecio y afecto.

Disparemos las armas del vuelo hacia el abismo y el cielo. Hagamos la guerra a nuestros ancestros y doblemos el pie y el cuello de ese que dice todo. Ahoguemos la oportunidad de volvernos eternos sin temor a caernos de nuevo.
Esperemos que fallezca el cielo primero. El abismo al menos se sorprendería porque el menosprecio es más grande que la verdad que se esconde en estas palabras.

Tropezamos con el peor periodo en la historia de este planeta y aún así esto es una oda a la vida.