Un día triste y curioso se veía venir
la gente caminaba como es de costumbre
las aves volaban de rama en rama
y los charcos reflejaban el extraño cielo
que yo fotografiaba... y sentía...
El viento me besaba de forma sutil
mis ojos se cerraban con un sueño entre ellos
con una caricia en las manos que usaban
para disimular la soledad
que había en nuestros corazones...
Por instantes del tiempo y del espacio
apareciste...
el bullicio no existía... la gente desaparecía...
el viento se convertía en dulce brisa
que ondeaba mi cabello en tu dirección...
Niños jugando en la plaza,
ancianos con miradas perdidas en el agua
irrumpieron pequeñas gotas
en un pequeño y tranquilo estanque...
Había comenzado a llover...
esa mañana...
El mundo estaba detenido para ambos
una oportunidad se presentó
un brillo que cruzó las fronteras de una ciudad
en esa mañana...
Era el destino... piadoso...
Intenté caminar hacia ti... intentaste...
quise andar en una paralisis mundial...
tus ojos me reclamaban
mis ojos te albergaban en los sueños
que nunca coincidieron con los tuyos...
pero hoy...
en otro punto...
en un punto que coincidió con el nuestro
se aclaró la bruma espesa
que impedía el hecho de estar
en un momento muy nuestro...
Tu mano me rescató... estuve a punto de caer...
y sonreíste en una mañana con detalles
y sonreí con ternura exquisita y agotada
que la presencia de un instante
nos regalaba...
El día cambió de rumbo
el color se había extendido por nuestros cuerpos
la tibieza de tu calma pudo
rendir sin lucha a mi impaciencia adolorida
con un beso que llegó...
con una caricia que le rindió culto al tiempo
a la brisa que nos quería
envueltos en su belleza...
Una lágrima que cayó sin piedad
del lado de los sueños
que dulcemente como defecto...
sembré y cultivé...
siembro y cultivo...
como rosas en el agua
como lírios en tu alma...
como te quise y te quiero
en un momento detenido...
Sentir que tu piel era más mía que tuya
sentiste que el sabor de mis lágrimas
era diferente al que pensabas...
pero una paz se adentró en un espacio
minimizado por nuestros cuerpos
para luego tomarme de la mano
y llevarme de paseo eterno
al pequeño rincón
que el mar guarda para nosotros
en una mañana donde se sembró un sueño
y germinó una flor...