En esta noche de multitudes parlantes
mi soledad agoniza en el umbral del corazón,
ya no siento frío
pero del poco amor que poseo
me han quitado todo.

Extraño tu voz y tus besos
que fueron anestesia y claridad
para soportar los malos tiempos,
quisiera perderme en un abrazo tuyo
y que aniquiles con tu ternura
este maldito dolor que atravesó mi escudo.

La incomprensibilidad me acobija
y ya no soy una niña, ¡soy una malparida!,
rota y destruida que ha vencido fantasmas
y ha colgado en algún alambrado su cobardía.

Lloras y florece la herida,
las lágrimas depuran el alma
y sufrir de tanta vida y atrocidades
es un hábito perverso
que se intensificará después de tu partida.

Lloras y duermes,
te abrazas a ti misma
y ciertos murmullos
del interior provienen.

¿Acaso, ha de importar si no te amaron?,
pues, nadie supo que el amor ha sido para ti
una carencia y un poder de trascendencia
puro y sagrado,
nadie podría saber que tocarías tierra
después de naufragar
en barcos que no llevaban a ningún lado.