¿Alguna vez te has enamorado tanto al punto de quemarte con ese amor?
En la Tierra me llaman Alfa Centauri, lo que muchos no saben es que Alfa Centauri está compuesto por tres estrellas. Alfa Centauri B, quién tiene un planeta que le persigue de nombre Alfa Centauri Bb, la más pequeña de los tres es Próxima Centauri y también alberga un planeta cuyo nombre es Próxima Centauri b, mientras que yo el hermano “mayor” —por tamaño— me encuentro solo. Sí, Alfa Centauri A no tiene planeta alguno a su alrededor y muchos no me reconocen como una estrella independiente de mis hermanos.
Las estrellas no se enamoran, o eso se supone… Yo, yo me enamoré del Sol. Tan grande, tan radiante, tan cercano y a la vez tan lejos. En algún punto de mis largos años llegué a envidiar la vida en la Tierra porque esos pequeñitos seres a miles de años luz podían disfrutar de su calor, mientras que yo a pesar de estar tan cerca no era capaz de sentirlo, aún así, anhelaba el día en el que el Sol me viera porque quizás yo era como esos planetas que perseguían a mis hermanos y mi destino se encontraba junto al Sol. O eso quise creer.
Con el tiempo, conseguí la atención del Sol y sí, era tan radiante cómo se veía… pero no importa cuánto lo intentara, cuánto esfuerzo pusiera de mi parte. Nunca fui capaz de disminuir la distancia entre nosotros y en ocasiones parecía aumentar mucho más, seguía encontrándose tan cerca y tan lejos que parecía intocable, inalcanzable. Anhelaba el poder sentir su calor como lo hacían en la Tierra, aunque en realidad incluso a mí me parecía una idea bastante boba, después de todo soy de las estrellas más cercanas, ¿por qué alejarme? Pero no podía evitar envidiarles de cierta manera…
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