Hoy ya no me tiro al piso a llorar por ella,
Para que se compadezca de mí,
Ya no, es que ya me canse, se me jorobo la vida.
Se me acabaron las lágrimas, los ruegos, hasta las fuerzas.
Llegue a pensar y creer que ella estaba sorda, ciega y muda.
Es que amar y querer a una mujer no es pecado, si hasta Dios amo...
No me lo van a creer, se lo pedí de todas formas, de mil maneras y nada,
Se me destrozaron los nervios, se me acabo el poco dinero
De tanto visitar psicólogo tras psicólogo,
Urgido que me sacara de esta absurda necedad.
Y al final también se me agoto la paciencia,
Mas no el amor, que ese si lo llevo bien pegado a mi corazón,
Para alguien mejor, que si lo merezca y que tenga uso de razón.
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